lunes, 9 de diciembre de 2013

Cuidados imprescindibles para un nacimiento feliz


Hay realidades con las que convivimos día a día de manera muy natural, sin sorprendernos y, sin embargo, son extraordinarias.Por ejemplo, recibir los servicios hospitalarios y de atención a la salud de la mujer embarazada y su hijo sin costo alguno, es una práctica común en cualquier sitio de la geografía nacional.


Así lo confirmó un estudio reciente de la organización no gubernamental Save the Children, con sede en Londres, quien situó a Cuba como el mejor país de América Latina para la maternidad.

Y es que la atención materna e infantil no es cosa del azar, comienza en una fase muy temprana de la gestación, y tiene un carácter integral, algo que no es novedoso para las mujeres cubanas, para su suerte y privilegio.

Adriana Barroso llegó esa noche de octubre al Hospital Juan Bruno Zayas, de nuestra ciudad, con dolores intensos y contracciones que cada vez se hacían más continuas y profundas.

Allí la recibió el equipo multidisciplinario que atendió su proceso de parto hasta 24 horas después, cuando colocaron a Anaili en su regazo, sana y fuerte, lista para enfrentar la vida.

Ella reconoce con una sonrisa que su comportamiento no fue el mejor. Quizá hubiera sido más rápido el nacimiento de su bebé de haber cooperado con el personal que la asistió. Pero el miedo la hizo torpe y malcriada –según sus propias palabras- aun cuando los médicos y enfermeras la ayudaron mucho.

Al respecto Karel Fernández, especialista en ginecobstetricia del mencionado centro, refirió la importancia de que las mujeres lleguen a la sala de preparto con los conocimientos del proceso que enfrentarán -totalmente natural- pero que requiere del esfuerzo, valentía y decisión de la futura madre, quien pone en riesgo su vida para traer al mundo a su pequeño.

"Ellas llegan con dolores, contracciones fuertes y mucho temor, generalmente infundido por historias de otras personas, y que no siempre son alentadoras, pero sí alteran la conducta de las pacientes y complican lo que pudiera ser un evento fisiológico normal".

Destacó el obstetra que resulta común la petición de la cesárea por parte de las pacientes y sus familiares, aún cuando no presentan criterios para esa intervención, pues consideran que es un procedimiento mejor que el parto natural, y se equivocan.

"La población debe conocer que para la especialidad resulta más fácil y rápida la operación. Sin embargo agotamos todos los recursos para que la embarazada tenga un parto transpelviano, que no lleva complicaciones anestésicas, quirúrgicas y postquirúrgicas inmediatas o tardías, presenta morbilidad menor y rápida recuperación".

Cuando la mujer pare normalmente, en cuatro horas ya puede incorporarse, mientras la cesareada debe estar en observación seis horas, y de 12 a 24 horas en cama con hidratación y sonda vesical, subrayó Fernández.

"Las pacientes deben tener confianza en ellas y en el personal que las atiende, pues el equipo de atención multidisciplinaria está preparado profesionalmente para enfrentar cualquier adversidad que pueda acontecer".

"Trabajamos por el placer del llanto del niño y la sonrisa de la madre, que es lo más importante para todos", afirmó orgulloso el obstetra, mientras se preparaba para otro nacimiento, a casi 26 horas de su entrada al salón.

Así también lo confirmaron Odalis Rodríguez Fernández, enfermera jefa de la unidad quirúrgica del salón de parto, y Lexania Olea Lescaille, Licenciada en Enfermería y Master en Atención Integral a la Mujer, quienes se convierten en un importante apoyo para las gestantes.

Ellas se saben necesarias para las madres y sus bebés, de ahí la pasión que les inspira su trabajo, desde la recepción de las pacientes, hasta la toma de los signos vitales, asistencia antes, durante y después del parto, el apoyo emocional, observación precisa y seguimiento paso a paso de las instrucciones orientadas por los especialistas.

"Es una profesión muy consagrada –afirman- y la mayoría de las veces sabemos cuando entramos a trabajar pero no tenemos horario de salida. Pero si volviéramos a nacer, volveríamos a ejercerla con mucho placer".

En el Juan Bruno Zayas se encuentra el mayor materno de la provincia de Santiago de Cuba, donde se atienden no menos de 10 partos diariamente, y son asistidas pacientes con riesgos de salud como la epilepsia, enfermedades trombo-embólicas, diabetes, alteraciones tiroideas, entre otras, por lo que el manejo es complicado y la vigilancia estricta y rigurosa.

Pero los esfuerzos y acciones para garantizar la atención a la gestante y a su futuro bebé son multisectoriales, y engranan a varios componentes, tanto institucionales como familiares.

Al respecto también dialogó con Sierra Maestra Yaneida Machado Quiala, especialista en Ginecobstetricia y funcionaria del Programa de Atención Materna Infantil en el territorio, quien aseguró que el aumento de los partos pretérmino en todas las maternidades se ha convertido en un grave problema de salud.

Al respecto mencionó la gran incidencia que tiene el desconocimiento por parte de la población de los factores de riesgos relacionados con la prematuridad, y las acciones de salud que se deben realizar para prevenirlo.

Los peligros deben ser identificados desde la etapa preconcepcional y durante la atención prenatal, para propiciar que las gestantes lleguen al parto compensadas, subrayó la especialista.

"Actualmente los más frecuentes son la anemia, malnutrición, partos prematuros anteriores, enfermedades crónicas como la hipertensión arterial y la diabetes, la ganancia exagerada de peso, infecciones del tracto urinario y las cérvico-vaginales, entidades que deben ser atendidas oportunamente para evitar que las embarazadas paran antes de las 37 semanas".

Mencionó, además, otros peligros relacionadas con el feto como el embarazo múltiple y las restricciones del crecimiento uterino en su desarrollo evolutivo, y causas que se propician en el entorno psicosiocial como las familias disfuncionales e inadecuadas condiciones higiénicas.

A fin de prevenir los riesgos, en cada Consultorio de la Familia se debe implementar adecuadamente el subprograma de Maternidad y Paternidad Responsable, donde se orienta e instruye acerca de cómo crece y se desarrolla el niño, y los cambios que experimentan las gestantes.

Igualmente se enseña a enfrentar el trabajo de parto, los dolores y las contracciones uterinas, los ejercicios que deben realizar y la frecuencia, se promueve la lactancia materna, hábitos saludables de alimentación, entre otras acciones que deben cumplirse para conseguir un nacimiento feliz.

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